Martina Escobar, una niña de nueve años, se encuentra en una batalla que ningún niño debería librar. Diagnosticada con leucemia linfoblástica aguda de alto riesgo, subtipo B, su historia está marcada por demoras y obstáculos en su tratamiento. Su padre, Martín Escobar, compartió con El Tribuno su desgarrador testimonio, revelando la lucha de la familia contra la enfermedad y la burocracia que amenaza la vida de su hija.
El tratamiento de Martina comenzó a principios de año, enfrentando una fase crítica que requiere seis internaciones con un intervalo de dos semanas de descanso. Sin embargo, la obra social a la que pertenecen dejó mucho que desear en cuanto a la entrega oportuna de la medicación necesaria para su hija. Martina fue sometida a cuatro quimioterapias, pero debido a retrasos en la entrega de medicamentos, la quinta se ha visto postergada, creando un riesgo constante para su salud.
“Ella inició el tratamiento y la obra social siempre tuvo demoras. Antes no teníamos estos problemas en la medicación porque el hospital (Materno Infantil, donde se interna) nos prestaba los medicamentos, hasta que nosotros pusimos un recurso de amparo y ahí Boreal empezó a agilizar el trámite, pero ahora en esta quinta internación ya llevan tres semanas de retraso. Hace media hora (por anoche) me llamaron de la farmacia que llegó una parte de la medicación y teóricamente mañana (por hoy) llega la otra, el tema es que siempre estamos en veremos”, relató el papá.
El proceso de internación en días específicos agrega una capa adicional de estrés. Martina debe ser ingresada los días domingo, lunes o martes debido a análisis especiales que se realizan en el hospital San Bernardo, y si los medicamentos llegan más tarde en la semana, se pierde una semana valiosa de tratamiento.
Martín Escobar busca respuestas incansablemente. Acudió a la Justicia, logrando una sentencia a favor que ordena a la obra social a cumplir con su deber. Sin embargo, la medicación vital sigue sin llegar. Las excusas de “nos dijo casa central de Tucumán o la droguería” y la falta de acción por parte de la obra social incluso llegaron a multas, pero la salud de Martina no puede esperar.
“Acudimos a la Justicia, la Justicia ordenó todo y ellos no accionan y nosotros ya no sabemos qué hacer porque los médicos nos dicen que puede tener un retroceso en la enfermedad y eso nos angustia mucho”, añadió. La frustración y la impotencia se desbordan en las palabras de Martín. Sabe de otras obras sociales que cumplen con su deber, mientras que la suya parece desentenderse del bienestar de Martina y su familia. La empatía brilla por su ausencia en las respuestas de los responsables, como “el gerente, quien trata el asunto como un mero trámite burocrático”.
La vida de Martina se sostiene en un delicado equilibrio, donde cada día cuenta. Los padres de la niña no solo luchan contra la enfermedad, sino también contra un sistema burocrático que parece indiferente a la gravedad de su situación. Lo que es peor, se dieron con otra realidad en el hospital, si Martina no tuviera obra social el Estado le cubriría el tratamiento completo sin problemas.
Dolor e impotencia
“Uno como papá no está preparado para ver sufrir a su hijo, eso primero. En este tratamiento nosotros no podemos hacer nada porque solamente acompañamos, la que pone el cuerpo es ella, y estas cosas como el tema de la medicación te dan impotencia, porque como papás no sabemos adónde ir”, expresó Martín Escobar.
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