Nueve meses después de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejara sin efecto la condena de Santos Clemente Vera y ordenara su inmediata liberación, aún se espera que la Sala IV del Tribunal de Impugnación de Salta enmiende la indebida sentencia por la que el actual Procurador General de la Provincia, Pedro García Castiella se pronunció en abril último a favor del enjuiciamiento de los jueces Luciano Martini y Rubén Arias Nallar, de la Sala III del Tribunal de Impugnación, ante un pedido de jury formulado por el diputado provincial José Gauffín.
El Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, que inicialmente había considerado “fundada” la acusación, rechazó finalmente el proceso destitutorio de ambos magistrados levantando otro polvaredal de cuestionamientos y presunciones. “Esta fue una clara señal de que la cloaca judicial intentará encarcelar nuevamente a Vera para cerrar la causa con un inocente condenado”, manifestó Chatard en diálogo con El Tribuno.
Por estos días, la productora española Bastión Films trabaja en una miniserie que llevará al libro “Francesas: autopsia de un doble asesinato” a la gran pantalla chica a través de Netflix, HBO, Warner, HBO y Amazon. El interés que la radiografía de corrupción política, judicial y policial realizada por Chatard despertó en las grandes cadenas promete superar con creces a “Sophie: un asesinato en West Cork”, la taquillera miniserie de Netflix inspirada en los hechos que rodearon al crimen de Sophie Toscan du Plantier, una joven francesa que fue brutalmente asesinada el 23 de diciembre de 1996 en un apacible pueblo del sur de Irlanda al que había viajado en busca de unos días de descanso. Su cuerpo apareció masacrado a golpes. Rápidamente, los indicios apuntaron al presunto autor del crimen, Ian Bailey, un periodista británico al que la Justicia irlandesa dejó sin castigo con una cuestionada instrucción judicial.
En 2014, 23 años después del crimen de West Cork, una Corte de París revisó el caso y lo condenó a 30 años de prisión en ausencia. Bailey escapó a la extradición reclamada por Francia, pero nunca más pudo salir de Irlanda, donde murió en enero último de un infarto, con 66 años de edad, en una solitaria calle de Bantry.
¿Podría en algún momento caer un telón de justicia similar por Cassandre y Houria? Quizás las excepciones y precedentes sentados por la Corte Suprema argentina sobre la cosa juzgada írrita, que abren la posibilidad de reabrir casos por procesos judiciales teñidos con irregularidades sustanciales que conducen a la extrema injusticia, tengan un respuesta más cercana.
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