La expansión del conocimiento

La Inteligencia Artificial Generativa puede ser vista como un artefacto expansivo del conocimiento humano acumulado en miles de años, pero especialmente sustentado, durante las últimas tres décadas, en un acelerado proceso de digitalización de escritos, imágenes, audios y videos de la mano del desarrollo intensivo de Internet.

Un estudio dirigido por el investigador Martin Hilbert, concluye que en algún punto del año 2002 podemos indicar el momento en que la información mundial registrada y acumulada en soportes digitales comienza a superar a la registrada y conservada en soportes analógicos.

Ya en la década de 1960 ubicamos a dos de las más destacadas figuras que anticipan, de alguna manera, lo que hoy estamos viviendo. Walter J. Ong, autor de “Oralidad y Escritura” y organizador del Simposio Internacional “El conocimiento y el futuro del hombre”, en conmemoración de los 150 años de la creación de la Universidad de Saint Louis, por un lado y por el otro, Marshall Mc Luhan, el pensador canadiense disruptivo que abreva de la ingeniería y de la literatura e incorpora una visión particular al desarrollo tecnológico y sus implicaciones sobre la sociedad y los individuos.

En su conferencia “El conocimiento en el tiempo”, Ong sostiene que el almacenaje de conocimientos se ha ido haciendo cada vez más fuera de la mente, primero en virtud de la escritura manuscrita, luego de la imprenta y finalmente en los circuitos electrónicos. Ese almacenaje y recuperación de conocimientos en siglos no es más que mera información o estructura, al igual que hoy lo son los registros (datos) digitales. Todos ellos no participan en tareas meramente intelectuales, en cambio, se trata de sistemas artificiales extramentales, originados en seres humanos quienes se valen de la extensión de ciertas capacidades para ampliarlas quedando el espíritu más liberado en realizar su tarea propia de pensar. De esta manera, desde la escritura manuscrita, primitiva extensión técnica que inicia la aceleración del conocimiento, se inicia un proceso veloz y en permanente aceleración. Al día de hoy, el dispositivo digital (computadora, smartphone, smartwatch, tablet, etc.) en el que hacemos correr un gran modelo de lenguaje que sustenta cualquier IAG, puede hacer lo que quiera con el conocimiento, excepto pensar acerca de él. Hasta el momento, al menos, ni siquiera puede iniciar una acción si el usuario no genera una instrucción y no profundizará en su respuesta sin la intervención humana interactiva con indicaciones expuestas de manera clara y precisa. Se trata de una tarea de co-creación. Actualmente es necesario comprender y actuar sobre la emergencia de una nueva habilidad comunicativa entre humanos y tecnologías.

Por otra parte, en “La comprensión de los medios como las extensiones del hombre”, Marshall Mc Luhan describe y analiza cómo la tecnología eléctrica en la Galaxia Gutenberg prolonga el tratamiento instantáneo del conocimiento por interrelación que, desde siempre, ha estado produciéndose dentro de nuestro sistema nervioso central, anticipando en este último la extensión de habilidades humanas más complejas mediante la computación. Es con la electricidad en el siglo pasado y sus herramientas derivadas como el telégrafo, el teléfono, el cine, la radio y la televisión, la que pone fin a la era mecánica que, con Gutenberg, llegó a una gran multiplicación, derivando en un proceso acelerado de generación, transmisión y conservación de la información. Con la tecnología actual la aceleración se produce en niveles superlativos.

Según Mc Luhan, las computadoras suelen dar la impresión de que piensan, aunque están totalmente ausentes del pleno proceso de interrelación que constituye la conciencia.

Desde sus aportes se entiende que la tecnología digital puede hacer que estimule el proceso de conciencia, pero seguirá siendo una prolongación de nuestra propia conciencia, tal como el telescopio lo es de nuestro ojo y el muñeco del ventrílocuo lo es de este último, afirma. Particularmente, la IAG actual se configura como una herramienta de asistencia, colaboración, búsqueda y relevamiento de información, correctiva de la redacción e impulsora de la creación propia del espíritu humano del que, por el momento, no puede suplir emociones, experiencias de vida y las interrelaciones múltiples entre ambas.

El referente fundacional de la “media ecology”, inspiró a futuras generaciones de pensadores en el concepto de entender que los cambios tecnológicos generan cambios estructurales y totales, no aditivos, como lo sostendrá en los 90′ Neil Postman en su conferencia “Cinco advertencias sobre el cambio tecnológico”.

“La IAG articulada con Internet resulta capaz de almacenar y mover información con rapidez y precisión”.

La IAG articulada con Internet resulta capaz de almacenar y mover información con rapidez y precisión que le facilitan al humano acceder y manejar de una manera casi instantánea grandes volúmenes de información que, en contextos no tan lejanos en el tiempo, serían imposibles de tratar o requerirían de mucho tiempo, la participación de equipos coordinados de trabajo y la movilidad o traslado continuo a repositorios físicos de información.

En “La crisis de la narración” Byung Chul Han distingue las informaciones como generalidad de todo o cualquier dato de la narración. Las primeras son efímeras, arbitrarias y consumibles, en cambio, la narración articula el ser, otorga sentido, proporciona identidad, propone conceptos, en definitiva orienta. Con la IAG el usuario humano debe hacerse cargo de la narración como producto intelectual. Las ciencias de datos (que explora en grandes conjuntos de información) deberán articularse con las ciencias del espíritu (que narra).

La inteligencia artificial, y sobre todo los modelos de lenguaje natural avanzados, pueden potenciar significativamente la capacidad cognitiva humana al acelerar el proceso de extracción y generación de información pasible de constituirse en conocimiento de múltiples maneras. Entre ellas, la aceleración en la búsqueda y procesamiento de información de valor, la generación de ideas o el desbloqueo del pensamiento, requiriendo la decisión humana última. Además, facilita el aprendizaje, mejora la toma de decisiones y fomenta el pensamiento crítico. Todo esto se logra a través de una conversación profunda y colaborativa entre el modelo de lenguaje natural y el usuario, integrando la velocidad y la capacidad computacional de la IA con la complejidad y la profundidad del pensamiento humano.

Fuente: El Tribuno | Salta