En el paraje Las Vertientes la gente quedó encapsulada en los anillos, sin luz por muchos días y sin comida ni agua. La situación es crítica y la ayuda no puede llegar.
El viernes último volvió la luz porque el tendido eléctrico, que pasa por Misión La Esperanza, fue arrancado por la crecida del río Pilcomayo el martes esta semana que finalizó. Fueron días, casi una semana, sin luz ni comunicación ni agua; las bombas son eléctricas.
Desde Cachilo, el resto de los parajes que están ubicados en el rincón noreste del mapa de la provincia, en el vértice que conforman Salta, Formosa y Paraguay, quedaron sin luz, incomunicados, sin atención médica, rodeados de agua y sin agua ni alimentos.
La situación hoy es desesperante en esas casas de plástico y palo bobo que no resisten ni una tormenta con vientos, con mujeres embarazadas, ancianos enfermos y niños expuestos a la hepatitis porque ya hubo casos registrados y el barro que los atrapa es un enlame intransitable y la lluvia que desde ayer vuelve a someter a una tierra saturada de tanta agua y olvido.
En los caminos, que ahora son brazos por donde desagota el Pilcomayo, los más jóvenes se atrevieron a recorrer los 25 km. que hay hasta Misión La Paz para poder cobrar las asignaciones. No tienen plata, pero tampoco hay para comprar porque ya se comieron todo el alimento. Fueron 10 días sin abastecimiento de nada; pero lo peor es que no tienen esperanzas de que alguien vaya. “Necesitamos la asistencia urgente del Estado”, dijo el cacique Guillermo Solares, de la comunidad de El Sauce.
Las Vertientes nunca salen en las noticias. Se trata de una comunidad que está al final de todo; no hay más nada después de ellos. Y así lo sienten en su humanidad. Son al menos 300 familias las que viven en la zona, pero no hay registros rigurosos. En la urbanización hablan 100 por ciento wichi y las familias criollas están dispersas por los puestos. La escuela Primaria tiene una matrícula de 150 alumnos y el Secundario 50. El caserío está rodeado por el anillo y es por eso que dicen que están rodeados de agua, que poco a poco se va volviendo barro.
No pueden salir, no tienen para comer ni beber. El miércoles pasó el helicóptero de la Provincia dejando bolsones, un poco de agua, un médico bajó a atender a una parturienta y se fue. Esa fue toda la cobertura sanitaria y alimentaria para una comunidad que es grande y olvidada.
“No se puede entrar ni salir. Y es como que ahí termina todo. Están como encapsulados. Lo mismo pasa en El Larguero. Son comunidades que quedaron aisladas desde hace varios días. Para el lado de las vertientes, no pasa más nada”, dijo una docente del lugar. Y tiene razón, toda la zona quedó en silencio por la falta de energía eléctrica. Es inimaginable sentir cómo la gente se quedó en esos días, como a la deriva, en un naufragio en el medio del continente.
Las docentes son las receptoras de las necesidades. “No tenían ni bolsas arpilleras para taparse de noche.; las necesitaban para reforzar el anillo que filtraba durante la crecida. No tienen colchones, frazadas, ropa, calzado, plásticos para reforzar los techos. No tienen leña, alimentos, comida ni agua. No tienen atención sanitaria ni vacunas”, dijo otra maestra.
El viernes la Iglesia Anglicana hizo llegar mercadería, que ya se terminó. Nunca nada es suficiente porque las comunidades necesitan de todo. Hay grupos solidarios que comenzaron a juntar mercadería, pero no pueden llegar porque se registran piquetes en la ruta 54, paradójicamente protagonizados por indígenas.
En tanto que el vocero de la comunidad wichi Larguero, dijo que “desde hace 7 días que no nos ven”. El dirigente asegura que el Gobierno provincial aún no tiene controlada la crisis y el nacional ni siquiera menciona o aparece por la provincia. Además de los daños materiales en las viviendas, ya precarias de manera histórica, hay miles de animales criados por familias que están muertos y que alimentaban a las comunidades. La mayoría de las personas se autoevacuaron y necesitan elementos de higiene, botiquín, alimentos, ropa blanca, ropa en general en buen estado, colchones y frazadas.
Los pedidos concretos
- Lavandina
- Jabón en pan
- Detergente
- Desinfección general de los ambientes, animales y personas (dengue, Hepatitis A, parasitosis).
- Calzado para los niños y jóvenes
- Ropa (remeras camisas y pantalones)
- Útiles escolares (cuadernos, lapiceras, lápiz negro, afiches)
- Mercadería no perecedera
- Botiquín
- Agua
Fuente: El Tribuno | Salta