El segundo gran conflicto político que debió enfrentar hace cincuenta años el gobernador Miguel Ragone ocurrió el 25 de septiembre de 1973. Fue a consecuencia del cimbronazo que sacudió al país cuando el líder sindical José Ignacio Rucci fue asesinado por el grupo Montoneros.
A minutos del magnicidio la noticia llegó a Salta y fue la sirena de El Tribuno la que alertó sobre la mala nueva, apenas después del mediodía. De inmediato, el cable de la agencia UPI se transcribió en las pizarras que colgaban del entrepiso de la redacción sobre la vereda de Zuviría 20. Pronto, una apiñada multitud desbordó la calle hasta alcanzar la plaza 9 de Julio, debiendo actuar la Policía de Tránsito para ordenar la circulación por el lugar.
Convocatoria
A poco de conocida la noticia, la Delegación Regional Salta de la CGT convocó a una reunión urgente de secretarios generales y afiliados a realizarse a las tres de la tarde, en su sede de Buenos Aires 43, recientemente recuperada de los “clasistas”. Allí, los máximos dirigentes sindicales de Salta resolvieron adherir al paro general de actividades declarado por la central obrera en Buenos Aires, como expresión de duelo y protesta. A consecuencia de ello, el diario El Tribuno no salió a la calle los días 26 y 27 de septiembre.
Pero además de paro general y movilización, la central obrera salteña resolvió hacer oficiar una misa el miércoles 26, a las 11, en la iglesia San Francisco en memoria del líder sindical asesinado. Luego del oficio religioso se realizaría una marcha de silencio por las calles céntrica de la ciudad para finalmente depositar una ofrenda floral en la sede sindical de la CGT local en memoria del extinto. Tanto a la misa como a la marcha del silencio se invitó por radio a dirigentes sindicales, trabajadores, como también a representantes de otras entidades y de todos los partidos políticos.
Misa y marcha
Tal como se había programado, a las 11 de la mañana, del día 26 se rezó la misa en memoria de José Ignacio Rucci. Entre la concurrencia que desbordaba el templo se destacaba la presencia de numerosos dirigentes gremiales, legisladores provinciales y el diputado nacional Ricardo Falú, que por esos días se encontraba en Salta. Además, se notó la presencia de reconocidos dirigentes de distintas extracciones políticas.
Al concluir el oficio religioso, el grueso de los asistentes dio inicio a la programada marcha del silencio. La multitud se encaminó por Caseros de este a oeste hasta ganar la plaza 9 de Julio, rodeándola luego por Zuviría, España y Mitre. Al pasar por la Casa de Gobierno (Mitre 23), algunos manifestantes hicieron duros reclamos al Gobierno porque en la gobernación la bandera no había sido puesta a media asta. Cabe aclarar que ningún miembro del gabinete provincial había asistido al oficio de la iglesia San Francisco.
Luego del reclamo por la bandera, la manifestación continuó su marcha por Alberdi, Urquiza y Buenos Aires hasta alcanzar la sede de la Regional Salta de la CGT. Allí se hizo un breve acto y cuando parecía que todo había concluido, el grueso de la columna se encaminó nuevamente por Caseros, esta vez rumbo a la Casa de Gobierno, donde los manifestantes ingresaron por las escalinatas al grito de “ni yanquis ni marxistas, peronistas”. Ya en el interior y cuando eran las 12.05 del mediodía, airadamente protestaron ante los funcionarios presentes, entre ellos el ministro de Gobierno, doctor Enrique Herman Pfister Frías. A viva voz reclamaron por la ausencia en la misa de los funcionarios del Poder Ejecutivo y el no haber colocado la bandera a media asta en la gobernación. Y además, el hecho de que mientras el gobierno de Ragone había adherido al duelo por la muerte del expresidente de Chile, doctor Salvador Allende, dando asueto a la administración pública, ahora no había adoptado igual medida ante el asesinato de Rucci. Y mientras ello ocurría, otro grupo de manifestantes subió al Salón Blanco y en el balcón colocó la bandera a media asta con un crespón negro y la corona de flores con una cinta que decía: “Al compañero José Rucci- CGT Salta”, hecho que fue aplaudido por la multitud que permanecía expectante en la plaza.
Entrevista
A poco, los dirigentes Miguel Ramos, Raúl Greco y David Lezcano pidieron hablar con el doctor Ragone, quien de inmediato los recibió en su despacho acompañado por el intendente Héctor Gerardo Bavio y el presidente de la Cámara de Diputados, Abraham Rallé. Los gremialistas le reiteraron sus reclamos reprochando “la presencia de elementos infiltrados en altos cargos”. Luego Ramos (panadero) declaró a la prensa: “No vinimos a conversar sino a exigir la renuncia del gobierno porque está lleno de comunistas”. Por su parte el gobernador Ragone dijo a los periodistas: “Están molestos porque no pusimos la bandera a media asta pero ocurre que no teníamos instrucciones al respecto”. Y más adelante agregó: “La gente está conmovida por la muerte de Rucci, un hecho que todos deploramos. Esto quedará superado enseguida”. A las 14.30 un empleado de la Gobernación entregó un comunicado donde el Gobierno adhería al duelo nacional por el asesinato de José Rucci.
Edificio tomado
Luego de la reunión con el gobernador Ragone, los gremialistas resolvieron quedarse en el edificio y realizar una reunión de secretarios generales. A ellos se había sumado el grupo de dirigentes justicialistas disidentes que se habían opuesto a la candidatura del doctor Miguel Ragone en el Congreso del Centro Argentino a fines de 1972. Entre todos labraron un acta donde hacían constar que la Casa de Gobierno estaba tomada por los trabajadores; que pedían que la provincia sea declarada en estado de emergencia y que el jefe de la Guarnición Militar Salta se hiciese cargo de la situación. Luego se ordenó que nadie se retire del edificio hasta la llegada del Ejército.
Entonces, el gobernador Miguel Ragone dijo a los periodistas: “Están molestos porque no pusimos la bandera a media asta, pero ocurre que no teníamos instrucciones al respecto”. Y más adelante agregó: “La gente está conmovida por la muerte de Rucci, un hecho que todos deploramos”. A las horas, el gobierno difundió que adhería al duelo nacional por el asesinato de Rucci.
Pero en lugar de militares, a eso de la una y media de la tarde arribó un camión hidrante y dos carros de asalto cuyos efectivos policiales desalojaron la gente reunida en la plaza con chorros de agua y gases lacrimógenos. Ante ello, los ocupantes cerraron las puertas del edificio por dentro, lo que hizo que los policías ingresaran por el subsuelo y emplazaran a gremialistas y políticos a desalojar la casa en 5 minutos. Cumplido el plazo, nadie se movió pese a la presencia del jefe de Policía Rubén Fortuny, quien reiteró la orden pero sin resultado. Fue en esas circunstancias que ingresó al edificio el diputado nacional doctor Ricardo Falú, con el fin de mediar entre las partes. Tras reunirse sucesivamente con el doctor Ragone y los gremialistas, Falú, a la sazón presidente del PJ, logró que los ocupantes depusieran su postura y desalojaran la Casa de Gobierno.
Pero cuando todo parecía solucionado, llegó a la plaza 9 de Julio un camión con 20 efectivos guardiacárceles armados con metralletas a cargo del director de Institutos Penales. Lo acompañaban numerosos grupos de la “CGT Clasista” y de la JP Regional 5ta. La intención de los recién llegados era desalojar Mitre 23 por la fuerza, lo que podría haber terminado en una verdadera tragedia. Pero una atinada actitud del gobernador Ragone salvó la difícil situación al ordenar que el personal carcelario se subordinara a la policía y que el resto de los manifestantes se abstuvieran de ejercer actos de violencia.
Desalojo
Acatadas las órdenes del gobernador Ragone y cuando ya eran más de las dos de la tarde, los ocupantes comenzaron a abandonar el edificio por la puerta del subsuelo. Al salir debían avanzar por el medio de dos cordones de Infantería para evitar agresiones por parte de los grupos que al canto de estribillos: “CGT clasista, la patria socialista”, “Se va acabar la burocracia sindical”, “Compañeros chilenos no bajen las banderas que FAR y Montoneros
cruzarán la cordillera”. Pero pese a las medidas de seguridad, los desalojados fueron agredidos verbal y físicamente mientras caminaban hasta los camiones celulares que luego los trasladaron hasta los cuarteles donde fueron liberados. Ninguno fue denunciado por haber ocupado la Casa de Gobierno, según el compromiso del gobernador Ragone ante el doctor Falú.
Raid de ocupaciones
El desalojo de la Casa de Gobierno terminó alrededor de las 16 horas y tras ello, ingresaron al edificio grupos de la “CGT Clasista” y de la JP Regional 5ta. Al alcanzar los balcones del Salón Blanco y juntamente con un ministro del gabinete a la cabeza, procedieron a izar la bandera nacional hasta el tope del asta, arrancaron el crespón y lo arrojaron a la calle juntamente con la cinta y la corona de flores. Ya sobre el pavimento de la calle Mitre, estos elementos fueron pisoteados y quemados por los nuevos manifestantes.
Pero la tarde de la infernal jornada no había concluido. De la Casa de Gobierno se desprendió un grupo de manifestantes que marchó hacia Radio Güemes con la intención de tomar la emisora. La irrupción fue impedida por un camión hidrante de la policía, pero pese a ello rompieron una ventana y lograron ingresar al edificio para emitir un comunicado firmado por la JP Regional 5ta. (Montoneros); CGT Clasista y Antiimperialista; Juventud Radical, Frente de Izquierda Popular, Juventud Comunista y seis o siete agrupaciones más.
De nuevo la CGT
El raid de ocupaciones no había terminado ya que grupos de la autodenominada “CGT Clasista y Antiimperialista” se dirigió a la sede de la central obrera salteña para tomar el edificio. De nuevo la policía debió actuar para desalojar la casona de Buenos Aires 43. Bajo acta de escribano, el edificio fue entregado al jefe de policía Rubén Fortuny cuando ya eran las 9.30 de la noche.
Pero aún faltaba algo más. El grupo, al dejar el edificio de la CGT en manos del gobierno, se dirigió en manifestación a ocupar la sede del Partido Justicialista de Salta que justamente presidía el diputado nacional Ricardo Falú, gestor de una afortunada intervención que había impedido que aquel 26 de septiembre corriera sangre por las calles de Salta.
Consecuencias
Pero la toma y el desalojo de la Casa de Gobierno de Salta dejaron secuelas. A poco, el bloque de diputados del Partido Justicialista integrado por 42 legisladores se dividió en partes iguales y, a fin de año, uno de los dirigentes que había participado de la toma de Mitre 23, mató de un tiro al exjefe de policía Rubén Fortuny.
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