Carina Paola Alegre cambió la realidad de cientos de niños y jóvenes

“Es un trabajo en el que el amor es el principal motor, y la sonrisa de cada niño o joven del hogar es nuestra mayor recompensa”, expresó Carina Paola Alegre, quien está a cargo de la Fundación de Rehabilitación Neurológica.

Carina Paola Alegre es una mujer que transformó el dolor personal en un compromiso incansable por los niños y jóvenes con discapacidad. Fundadora de la Fundación de Rehabilitación Neurológica (FU.RE.NE), ubicada en San Lorenzo, su labor comenzó como respuesta a una situación familiar que marcó un antes y un después en su vida. En diálogo con El Tribuno, Carina compartió su experiencia y el proceso que la llevó a crear esta fundación que hoy da esperanza a tantas familias salteñas.

“Primero fue mi hermano, quien sufrió un ACV hemorrágico. Después de su accidente, comencé a trabajar en un centro de rehabilitación durante siete años. En ese lugar, tenía mucho contacto con las mamás de chicos con discapacidad. Lo que me sorprendió es que muchas de estas familias no podían acceder a los servicios necesarios, ya que no contaban con obra social”, comentó Carina. “En 2010, decidí renunciar a mi trabajo y formar una fundación, FU.RE.NE, con el objetivo de brindar asistencia a las personas con discapacidad, enfocándome principalmente en la rehabilitación neurológica”.

La fundación nació de una necesidad real y palpable: la falta de acceso a los recursos necesarios para que las personas con discapacidad recibieran el tratamiento adecuado. “Desde el principio, nuestra misión fue no solo brindar atención de rehabilitación, sino también acompañar emocionalmente a las familias que, en muchos casos, se sienten completamente vulneradas y desamparadas”, explica Carina.

A lo largo de los años, Carina no solo trabajó en la rehabilitación, sino también en la integración de las personas con discapacidad en la comunidad. En 2015, se le ofreció la oportunidad de gerenciar el Hogar Divino Niño Jesús, una institución que alberga a niños y jóvenes con discapacidad. Para Carina, este fue un desafío que le permitió profundizar aún más su compromiso con la causa. “Desde el primer momento, tuve una conexión muy especial con los chicos del hogar. Su situación era difícil, pero juntos comenzamos a trabajar para visibilizarlos y mostrar a la sociedad que existen y tienen derecho a una vida plena”, recuerda.

Una de las primeras acciones que emprendió fue organizar eventos que permitieran a los chicos salir y disfrutar de actividades que normalmente no podrían hacer. “Empezamos con una maratón, que tuvo una gran repercusión. Los chicos participaron y se sintieron incluidos. Recuerdo que una de las niñas del hogar, que veía la maratón en la televisión, se reencontró con su familia gracias a esa visibilidad”, comenta con emoción.

A partir de allí, el hogar comenzó a abrir sus puertas a otras instituciones educativas. “Es fundamental que los chicos con discapacidad estén integrados en la sociedad de manera real. La inclusión no debe ser solo una palabra vacía; debe ser una acción concreta. Por eso, logramos que los chicos participaran en actividades como el corso, las salidas a la cancha e incluso a centros de día. Queremos demostrar que, más allá de las barreras físicas o sociales, todos tienen derecho a disfrutar de la vida”.

Fuente: El Tribuno | Salta